El paludismo es causado por un parásito denominado Plasmodium que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. La mayor parte de los casos y defunciones por paludismo se concentra en África. Entre los síntomas del paludismo destacan la fiebre, las cefaleas y los vómitos, que generalmente aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Si no se trata rápidamente, el paludismo puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales.
La OMS recomienda una estrategia multidimensional para prevenir, controlar y eliminar el paludismo. Las intervenciones fundamentales son el uso de mosquiteros tratados con insecticidas y la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, las pruebas diagnósticas y el tratamiento de los casos confirmados con antipalúdicos eficaces. En los últimos años, estas medidas han reducido drásticamente la carga de paludismo en muchos entornos. Sin embargo, la transmisión del paludismo persiste en muchos países del mundo y es causa de cientos de muertes cada año.
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